En pleno 2017, aún hay quienes creen que el negocio de Google es
la publicidad o que más pronto que tarde veremos circulando un Google Car.
De lo que podemos estar seguros es que nunca veremos a
Google convertido en un Yahoo de los años 90s, un portal donde la publicidad
aprovechaba cada pixel de la pantalla y en los resultados de las búsquedas abundaban
los anuncios más alucinantes.
El negocio de Google es la información, la big data a gran
escala, y lo es desde sus inicios, desde que se negaron a incluir publicidad en
su minimalista página (sin incurrir en minimalismos absurdos o mercantilistas) y para sobrevivir tuvieron que copiar una idea de Bill Gross (encumbrándolo como gurú del emprendedurismo) que le diera otra connotación a
la publicidad.
En efecto, la publicidad brutal y sin sentido deja de ser de
publicidad cuando se convierte en información útil para el usuario. Por
ejemplo, si alguien busca “crisis matrimonial” lo que menos espera encontrar son
anuncios de viajes, inversiones inmobiliarias o chicas rusas; pero si los
anuncios son acerca de terapias de pareja o abogados expertos en divorcios, entonces la publicidad deja
serlo y se convierte en información.
La publicidad contextualizada que muestra Google en sus
resultados de búsquedas pretende ser información para el usuario, lo cual
requiere a su vez mucha más información, ya que siguiendo el ejemplo anterior,
no se trata mostrar una lista de todos los abogados anunciantes (incluso de
otros países) sino de aquellos que están cerca al usuario.
Cada producto de Google (sea hardware, software o servicio) está
llamado a ser una fuente de información, desde el buscador hasta el último artilugio
electrónico ejecutando algún software de Google. En ese sentido, el anteojo
inteligente, aka Google Glass, pudo haber sido el producto estrella de la gran
G, solo imagine todo lo que el lente del Google Glass pudo haber captado, desde las páginas de
un libro hasta la más sofisticada operación médica.
Google Glass espera una segunda merecida oportunidad, lo que
deberá ocurrir cuando se disipe el efecto Facebook que se cernió sobre él. Al
igual que la red social, el Google Glass empezó a ser prohibido en muchos
lugares, desde cines hasta cibercafés, por lo que su utilidad como fuente de
información quedo reducida.
Por otro lado, si Google invierte en tecnología para autos
inteligentes es para asegurarse un lugar en las computadoras de éstos y usar
cada uno de los sensores del auto como fuente de información. Desde ya, Google no
tendría que enviar autos por todo el mundo equipados con cámaras de 360° para mantener
actualizado su Google Maps y Street View, cada uno de los vehículos en
circulación harían ese trabajo permitiendo una actualización en tiempo real.
Finalmente, es mucho más probable que aparezca un iCar de
Apple que un Google Car ya que el modelo de negocio de Google es la información,
mientras que el de Apple es lo aspiracional.
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